En un programa reciente, de esos de la media mañana, aparecía un personaje que nos vendía su secta. Era el representante del sumo pontífice de un grupo radicado en USA que promueve, entre otras ¿calamidades? la desaparición del Vaticano dentro de unos 800 días. Era un tipo sin apenas discurso pero repetitivo sobre cuestiones relacionadas con Jesucristo redivivo. Los miembros del programa le atacaron (no sin razón) sin piedad mientras él hacía muestras de sus brazos donde aparecían los tatuajes de su secta, “SSS” y “666”, con algunas frases que ya ni recuerdo.
Lo de la desaparición del Vaticano no me parece una mala idea, claro está si se refiere a la Institución como tal, y que sus edificios e inmenso patrimonio económico se dedique a museos y a paliar situaciones de penuria, pero lo cierto es que nos encontramos ante otros “iluminados” que aprovechan las situaciones desesperadas de una parte importante de la sociedad para forrase.
Echo de menos, eso si, que los periodistas, colaboradores y demás miembros que actúan en los medios de comunicación intentaran desmontar tanta farsa cunado se presentan personas pertenecientes a otras sectas, aunque estén legalizadas.
Afortunadamente hace unos años pude darme de baja en la que de manera obligatoria todos los españolitos entrábamos al poco de nacer, en aquellos tiempos (lo cierto que en la actualidad las cosas han cambiado pero no tanto) todos y cada uno de los nacidos, aunque nada pudiéramos hacer para evitarlo, pasábamos por la pila bautismal para entrar en la religión única y verdadera. En ojito que a algún desalmado se le ocurriera dejar de bautizar a su retoño, el estigma era insoportable y al final, quisieras o no, tenías que pasar por el aro de los herederos de la santa inquisición. En eso consiste las diferencias en que una secta esté o no legalizada, en que forme parte del poder y consiga el suficiente apoyo para imponer sus tesis. Luego las diferencias en sus planteamientos son mínimas, todas venden miedo.
Cuando cualquier asociación, club u organización elabora unos estatutos para su legalización tiene unos compromisos sin los cuales la autorización es imposible. Respeto a las leyes, a las normas de la justicia, al respeto democrático, a los Derechos Humanos, etc, etc. Mi pregunta es obvia ¿la iglesia católica cumple estos requisitos para ser autorizada? Rotundamente NO. Ni tiene un funcionamiento democrático, ni respeta los Derechos Humanos, ni respeta a las mujeres, ni se respeta a si misma. Aunque vende el más allá, solo respeta el más acá.
En los últimos tiempos asistimos a la proliferación de denuncias por abusos sexuales a menores, sobre todo en recintos de la iglesia. Al parecer se va perdiendo el miedo a denunciar algo que ha sido vox populi (esto no quiere decir que sea tónica general), pero lo cierto es que de siempre se ha sabido de sacerdotes que para nada han cumplido con lo que han predicado, sobre todo en materia sexual. Cuando han sucedido actos que ya entran en el delito (no me refiero a algo tan humano, y por eso perseguido por el clero, como es las relaciones sexuales libres y consentidas) como es el caso de abusos a menores, tienen tanta jeta (rostro, cara dura, sinvergonzonería y, sobre todo, bula por parte del poder) que aplican su código interno saltándose leyes humanas y los separan de su diócesis como castigo. Al parecer solo les interesan las normas de la sociedad civil si son en materia económica, en las demás solo responden ante su dios.
Uno de los mayores ejemplos de lo anteriormente enunciado es el señor Cañizares, al que aplico aquello de que cuando lo veas no te pares. Le sufrimos como máximo jefe de la cosa en la diócesis de Toledo y ahora se ha largado (bueno eso es demasiado decir) a mandar en el departamento que se ocupa de lo que antiguamente era los asuntos inquisitoriales. En aquél que tenía el encargo de quitar del medio a todo ser viviente en lo que se albergara duda sobre su comportamiento ante el dios verdadero. Solo bastaba tener alguna sospecha para encausarle por temas de brujería o que estaba poseído por el maligno. Hoy en día se actúa de otra manera, pero les queda ese regustillo de sadismo.
Este tipo (y me refiero a el con desprecio por ser lo que me inspira) dice cosas tan soeces al respecto como que son “ataques” que pretenden que “no se hable de Dios, sino de otras cosas” y que estas denuncias “no preocupa excesivamente” a la Iglesia. Al mismo tiempo se está investigando otros caos de abusos que si implican que los denunciados estén detenidos pendientes de las actuaciones policiales y judiciales. ¿Por qué las diferentes varas de medir? ¿Por qué se puede admitir que este señor pueda quitar importancia a hechos similares y en cierto sentido justificar los delitos? ¿Por qué no se le aplica la misma legislación a los presuntos delincuentes? ¿Por qué no se detiene al señor Cañizares por apología del delito? ¿Por qué.............? Y luego me preguntan por qué me he borrado de esta secta.
Talavera del Tajo 20 de marzo de 2010.