jueves, 28 de octubre de 2010

MARCELINO CAMACHO EN LA MEMORIA

CONFIESO QUE HE LUCHADO

Camarada, Compañero. Es triste tener que escribir estas líneas, significa que nos dejas, que te vas a ese lugar llamado Memoria que es el alma de los que no creemos en las historias que nos impusieron. Esas historias de resignación ante las desgracias que nos quieren imponer los que detentan el poder y te piden aquello de que “dios proveerá”. Pero ya sabes que nunca se muere mientras estés en el recuerdo de las gentes que te quisieron, te apreciaron y de aquella por las que luchaste con altruismo, sin esperar nada más que la historia sea escrita por esa mayoría de personas de bien, por esa clase trabajadora a la que tu ayudaste a dar la libertad. Hoy, cuando algunos piensan que las conquistas sociales son simples regalos de los detentadores del poder, tu ejemplo debe servir para demostrar que cada victoria ha costado sudor, sangre, lágrimas, represión, cárcel, torturas y muertes, muchas muertes.
Ha sido un honor conocerte, has sido un privilegio, desde hace años te he tenido como referencia ética y moral. El paradigma de la integridad cuando el travestismo ideológico se hace dueño de tanta gentuza. Coincidí contigo en muchos actos, asambleas, congresos, etc., pero una imagen que guardo en mi “disco duro” es algún viaje en metro donde coincidíamos camino a reuniones. De esta actitud (cuan lejana a los fastos que utiliza la autollamada “clase política”) tuve que salir al paso cuando delante de mi cara hablaban de coches de lujo con chófer y que vivías en una casi mansión. ¡Cuánto hijo de perra!, cuando te he visto llegar con un compañero de trabajo que te llevaba en un coche pequeño, de color blanco y cuya marca no recuerdo, y cundo has vivido toda tu vida en ese pequeño piso de Carabanchel. Claro que la dignidad no vende en este mundo y en esta sociedad sin principios tan nobles como los tuyos y los de muchos otros que han pasado toda su vida luchando por la igualdad, la libertad y el socialismo.
Hasta siempre Camarada, hasta siempre Compañero, intentaremos seguir tu ejemplo de honradez.


*Confieso que he luchado es el título de las Memorias de Marcelino Camacho.




Emilio Sales Almazán
Militante del Partido Comunista de España y de Izquierda Unida.
Presidente del Foro por la Memoria de Toledo.

domingo, 17 de octubre de 2010

MANDA UEBOS

(Sobre los 19 milicianos asesinados en Granada)

El pasado sábado leí la noticia de la inhumación de 19 milicianos que fueron asesinados en las afueras de Meligís, en el municipio granadino de El Valle. Entre el 15 y el 25 de febrero de 1937, estos militares del Cuerpo de Carabineros fueron apresados por grupos falangistas, fusilados y enterrados en una fosa común. Eran jóvenes de entre 16 y 20 años y murieron de un tiro en la nuca. Hasta aquí la historia de lo que leí, la historia repetida pero no por menos indignante.
He dejado pasar unos días, creía oportuno reposar la rabia, la ira (no hay libertad sin ira), para poder dar una opinión de lo acontecido en ese funeral a los defensores de la legalidad que fueron asesinados por los fascistas. Me da la impresión que se les ha vuelto a asesinar, no han podido, no podrán arrebatarles la dignidad, pero el acto es una prueba de la desvergüenza institucional y de la complicidad de aquellos que dicen querer recuperar la memoria antifranquista.
Tras la lectura una serie de preguntas me asaltaron. Cuando se habla de recuperar la memoria de aquellos que murieron por defender la legalidad democráticamente elegida por el pueblo español ¿de qué memoria hablan, de la memoria asesinados, o de los actuales caciques del pueblo? ¿De los que murieron, de sus ideales o la de las autoridades civiles, militares y eclesiásticas que asistieron al acto?
¿En que lugar han leído que en la Constitución española de 1931, la ley de leyes, la ley que que permitió a los españoles pensar en ser dueños de su destino y que violaron los que asesinaron a estos jóvenes, y donde la iglesia fue soporte fundamental para el golpe de estado y colaboradora en la represión franquista, ponga que el estado español es confesional?*
¿Cómo se permite el lujo el señor alcalde de erigirse en el portavoz de los sin voz? ¿Donde está el estudio histórico de lo acontecido y de quienes eran estos milicainos republicanos?
El señor cura afirma que “se merecen esta despedida...yo no soy quien para imponer a nadie mis creencias...pero la historia está ahí”. Que desfachatez, a usted nadie le impone nada, ya tiene quien se lo pone en bandeja, pero además intenta falsear la historia. Precisamente la historia está ahí, pero nos la han contado los vencedores, y entre ellos está la secta a la que usted pertenece.
Sean estas líneas mi más sentido y humilde homenaje a estos soldados, a estos milicianos de la libertad.
¡Viva la República!

*Artículo 3º de la Constitución española de 1931. “El Estado español no tiene religión oficial”.

GRO HARLEM BRUNDTLAND



Quien vea este título podrá pensar que me he vuelto loco, lo comprendo, son palabras extrañas en nuestra lengua, pero es un nombre de una persona, de una mujer. Gro Harlem Brundtland es una médica que fue primera ministra de Noruega, también dirigió la Organización Mundial de la Salud y que ahora es enviada de la ONU para el cambio climático. Tiene 71 años y en 1987 dio a luz el concepto “desarrollo sostenible”. No quiero con estas líneas poner en un pedestal a esta ciudadana pero en una entrevista concedida a El País (en esa última página que a diario es la primera que leo) donde hace una serie de declaraciones que para mi quisiera que prendieran en la conciencia de nuestro país, de nuestros políticos, de nuestros ciudadanos. Viaja casi una tercera parte del año por todo el mundo, no tiene secretaria/o, no tiene oficina, ni señora de la limpieza (tampoco ningún señor que la limpie, lo digo por cierto “machismo” en la reacción). Dice que así es más independiente. Pero hay una frase que entrecomillo por darme una visión más clara de cómo se vive el servicio público en otros países, dice “es que soy noruega…allí la distancia entre los políticos y la gente es más pequeña”.

viernes, 15 de octubre de 2010

VIVA FRANCIA

VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
VIVA FRANCIA
Y así hasta el infinito.

miércoles, 13 de octubre de 2010

CON PERMISO

El pasado mártes Mario Amorós publicó un artículo en el diario Público que me parece necesario leer. Paso a reproducirlo (espero que Mario no se moleste pero está inmenso en su análisis de la situacion de los mineros de Chile).
Gracias.

La sal de la tierra chilena
12 Oct 2010

MARIO AMORÓS
Más de 500 medios de comunicación nacionales e internacionales están acreditados para informar sobre el rescate de los 33 trabajadores sepultados a 624 metros en la mina San José, cerca de Copiapó, en el Norte Chico chileno. Televisiones, radios y periódicos de todo el planeta abren sus principales espacios a la singular odisea de estos obreros, a la conmovedora espera de sus familiares, que anhelan volver a abrazarles tras más de dos meses atrapados en esa tierra en la que buscaban cobre y oro para conquistar su sustento. El Gobierno de Sebastián Piñera no ha escatimado esfuerzos y el sábado la imponente perforadora T-130 del Plan B llegó hasta el refugio donde se cobijan desde el 5 de agosto. Los trabajos avanzan a buen ritmo para que por fin mañana se ponga en marcha el dispositivo que les devolverá a la superficie, unas imágenes que conmoverán profundamente a Chile en el año en que un terrible seísmo devastó sus regiones meridionales.
Pero también asoma en el horizonte el riesgo de que su indudable hazaña se convierta en un circo mediático, usufructuado por el Gobierno y en particular por Piñera, quien con tal de ser testigo –y protagonista– de esas horas estaba dispuesto incluso a retrasar una importante gira por Europa planificada desde hace meses para los días 16 y 17 de octubre. Porque después de una exhaustiva atención médica y del emotivo reencuentro con sus familias en el “Campamento Esperanza”, los 33 trabajadores se pasearán por estudios de televisión, por las páginas de la prensa nacional e internacional, serán el centro de varias películas, libros y documentales que ya se preparan. Incluso el Gobierno va a condecorarles como los “héroes del Bicentenario” puesto que, según Piñera, “la epopeya de los mineros ha iluminado el alma de nuestro país y fortalecido el espíritu de los chilenos”. Mientras tanto, los 300 trabajadores que escaparon al derrumbamiento se están movilizando, en medio de la más absoluta indiferencia de las autoridades y la prensa, para reclamar a los propietarios de la mina San José el pago de sus salarios atrasados con la irónica consigna: “¡Para tu show Piñera, 300 estamos afuera!”.
Excluido de los deslumbrantes focos y de los ampulosos discursos oficiales puede quedar el aspecto determinante de esta historia: las lacerantes condiciones de inseguridad, precariedad y sobreexplotación en que miles de personas trabajan en Chile, un país ensalzado como un ejemplo en el contexto latinoamericano, pero donde aún subsisten las leyes laborales de la dictadura militar, que dificultan –entre otros– los derechos de huelga y negociación colectiva. Precisamente, el 1 de octubre la dirección de la Central Unitaria de Trabajadores entregó a Piñera su Agenda Social y Laboral, que subraya que “la
desigual distribución del ingreso continúa siendo una característica fundamental de la sociedad chilena, a pesar del crecimiento económico”. Este documento revela la precariedad que marca las relaciones de producción en Chile: los asalariados sin contrato son un 23%, mientras que llegan a un 40% los que no cotizan a la Seguridad Social. “El mercado de trabajo –sostiene la mayor confederación sindical– continúa siendo la fuente de mayor desigualdad… Es urgente abordar con decisión el tema laboral largamente postergado en nuestro país y poner el trabajo en el centro de la vida de la sociedad”.
Este es el desafío al que el heroísmo de estos 33 mineros puede contribuir con su inminente protagonismo en los grandes medios de comunicación. De este modo honrarían la memoria de quienes antes que ellos horadaron el subsuelo de Chile, ya que la historia de su movimiento obrero y popular no puede entenderse sin el protagonismo de los trabajadores de la minería del salitre, del carbón y del cobre. Fueron los obreros de la pampa salitrera quienes, acompañados por Luis Emilio Recabarren, fundaron en junio de 1912 el Partido Obrero Socialista, antecedente inmediato del Partido Comunista. Fueron los mineros del carbón quienes, en el otoño de 1960, protagonizaron la emblemática huelga de 96 días en la cuenca de Arauco que culminó con la marcha hacia Concepción. Y la mayor parte de los trabajadores del cobre acompañó al Gobierno de Salvador Allende en la histórica nacionalización de esta riqueza natural en 1971 y fueron ellos también de los primeros en protagonizar movilizaciones contra la dictadura militar a partir de 1978.
Estos 33 trabajadores quedaron sepultados el 5 de agosto a consecuencia de unas condiciones de trabajo desprovistas de garantías y derechos en el marco de una economía neoliberal, así como de la voracidad de los propietarios de una mina con un oscuro historial de accidentes que no han tenido más remedio que admitir su responsabilidad. Si los planes se cumplen, a partir de mañana verán la luz del sol en el desierto de Atacama, recibirán los cuidados que merecen y el afecto de sus familiares, el reconocimiento local y universal ante su ejemplar comportamiento en tan dramáticas circunstancias. Serán agasajados como héroes en los aristocráticos salones de La Moneda y en los programas de “interés social” de las televisiones, ocuparán extensos reportajes en los diarios más importantes, tendrán, en definitiva, un protagonismo que jamás imaginaron. Como hicieron los mineros mexicanos que de manera magistral retratara el director Herbert J. Biberman en La sal de la tierra, en su mano estará mostrar orgullosamente, e incluso defender, su dignidad como trabajadores y forjar la unidad con sus hermanos de clase para transformar un modelo económico y social que condena a los más humildes a arriesgar la vida en sus puestos de trabajo.
Mario Amorós es doctor en Historia y periodista
Ilustración de Iker Ayestaran