(Sobre los 19 milicianos asesinados en Granada)
El pasado sábado leí la noticia de la inhumación de 19 milicianos que fueron asesinados en las afueras de Meligís, en el municipio granadino de El Valle. Entre el 15 y el 25 de febrero de 1937, estos militares del Cuerpo de Carabineros fueron apresados por grupos falangistas, fusilados y enterrados en una fosa común. Eran jóvenes de entre 16 y 20 años y murieron de un tiro en la nuca. Hasta aquí la historia de lo que leí, la historia repetida pero no por menos indignante.
He dejado pasar unos días, creía oportuno reposar la rabia, la ira (no hay libertad sin ira), para poder dar una opinión de lo acontecido en ese funeral a los defensores de la legalidad que fueron asesinados por los fascistas. Me da la impresión que se les ha vuelto a asesinar, no han podido, no podrán arrebatarles la dignidad, pero el acto es una prueba de la desvergüenza institucional y de la complicidad de aquellos que dicen querer recuperar la memoria antifranquista.
Tras la lectura una serie de preguntas me asaltaron. Cuando se habla de recuperar la memoria de aquellos que murieron por defender la legalidad democráticamente elegida por el pueblo español ¿de qué memoria hablan, de la memoria asesinados, o de los actuales caciques del pueblo? ¿De los que murieron, de sus ideales o la de las autoridades civiles, militares y eclesiásticas que asistieron al acto?
¿En que lugar han leído que en la Constitución española de 1931, la ley de leyes, la ley que que permitió a los españoles pensar en ser dueños de su destino y que violaron los que asesinaron a estos jóvenes, y donde la iglesia fue soporte fundamental para el golpe de estado y colaboradora en la represión franquista, ponga que el estado español es confesional?*
¿Cómo se permite el lujo el señor alcalde de erigirse en el portavoz de los sin voz? ¿Donde está el estudio histórico de lo acontecido y de quienes eran estos milicainos republicanos?
El señor cura afirma que “se merecen esta despedida...yo no soy quien para imponer a nadie mis creencias...pero la historia está ahí”. Que desfachatez, a usted nadie le impone nada, ya tiene quien se lo pone en bandeja, pero además intenta falsear la historia. Precisamente la historia está ahí, pero nos la han contado los vencedores, y entre ellos está la secta a la que usted pertenece.
Sean estas líneas mi más sentido y humilde homenaje a estos soldados, a estos milicianos de la libertad.
¡Viva la República!
*Artículo 3º de la Constitución española de 1931. “El Estado español no tiene religión oficial”.