jueves, 15 de diciembre de 2011

URTAIN


De vez en cuando merece la pena ponerse delante de la pantalla de televisión. La llamada “caja tonta” nos da muestras de mucha sabiduría y nos hace pasar momentos sublimes. Así ocurrió anoche en la tve2 donde el espacio “Estudio1” nos deleitó con una obra sobre el Morrosco de Cestona, aquel que se llamó José Manuel Ibar Azpiazu “Urtain”. Una obra dura, durísima, un golpe directo al estómago que te deja con un sabor amargo pero que reconforta por el gran trabajo de un actor inmenso como es Roberto Álamo. Una historia que, por repetida, no deja de ser el espejo de una sociedad enferma de poder y falta de escrúpulos.
Espero más crochets, aunque duelan.

“Un tipo bueno, inocente e inconsciente, que no se dio cuenta cuando le manipularon, ni tampoco de lo que ponía en juego". Esa fue la imagen que Juan Cavestany espigó entre los familiares de Urtain cuando en el año 2000 recibió el encargo de escribir un guion del boxeador vasco para un biopic. Un proyecto que mutó en obra teatral en 2008 y que, finalmente, recobra una forma audiovisual en el renacido Estudio 1 de La 2.
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Samuel Martín Mateos, director de Cultura de La 2, impulsaba el proyecto de actualizar el mítico programa de teatro televisado en el mismo momento que la obra, coproducida por en Centro Dramático Nacional y Animalario, triunfaba en los escenarios. Tras estrenar La viuda valenciana, llega Urtain con la intención de alternar clásicos con éxitos actuales.
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Del teatro al frame
Andrés Luque, co-director de la película Agallas (junto a Martín Mateos) y realizador de TVE, ha sido el encargo de trasladar la obra a televisión. "Cuando a mí me proponen dirigir la adaptación, el principal reto es transformar el lenguaje teatral, no tanto a lenguaje televisivo, como a lenguaje audiovisual”, resume Luque. En colaboración con Andrés Lima, director en la obra escénica, el trabajo de Luque se ha centrado en conservar la fidelidad a la obra y potenciar la expresividad a través del montaje y la elección de planos. "Como espectador de teatro siempre digo ‘me falta el primer plano’. Te pierdes todos esos pequeños matices de la interpretación de los actores. La posibilidad de elegir dónde diriges la mirada del espectador y decidir en que momento de la acción es lo más importante".
La escenografía conserva la identificación de escenario con un ring de boxeo y del público teatral con el público deportivo. "No se entendía un espectáculo de boxeo sin público. Se nos ocurrió tener de fondo al público latente y darle presencia con el sonido", explica Luque. "La puesta en escena es brutal, la iluminación y la música envuelven todo. En todas las transiciones hemos pasado por plano general y se ve toda la escenografía de la obra".
Urtain, héroe trágico
Cavestany, autor de cabecera de la compañía Animalario, tenía tres años durante el apogeo de Urtain, entre 1969 y 1970. "El proyecto de la película comienza en el año 2000 y la función se estrena en el 2008. Entre medias tuve un par de años de investigar en la hemeroteca, con conocidos suyos, gente que le conoció en el deporte. Y en Cestona (localidad de nacimiento del boxeador) he estado un par de veces hablando con su familia, sobre todo con su hermana. Tuve un volumen de documentación brutal".
Andrés Lima se refiere a la obra como clásica: dos o tres personajes en conflicto y un coro, encarnado en maestro de ceremonias de una velada de boxeo, que conduce las transiciones, evoluciona con la obra e introduce el humor. Además, la estructura de 'cuenta atrás' de Urtain, desde su muerte hacia su nacimiento, perfila al protagonista-héroe como un mito de tragedia clásica. Conocemos su peripecia de antemano así que la propuesta es un viaje al interior de su alma.
"Estaba muy bloqueado porque me daba la impresión de que acabar con un tipo que se suicidaba era, por un lado, un final conocido y, por otro lado, un mensaje desasosegante y dramáticamente frustrante”, analiza Cavestany. "El viaje hacia el nacimiento del héroe es un viaje menos oscuro, que desemboca en algo muy universal. Hay una búsqueda de respuestas, de comprender, de empatía con el personaje".
Como en una tragedia clásica, el héroe lucha contra lo que no tiene enmienda, heredando los conflictos de sus antepasados y linaje. "Urtain habla de tres grandes temas tabúes: el boxeo, que en Europa es una cosa casi sucia; el suicidio, la principal causa de muerte, no por enfermedad, del mundo moderno; y hay un tercer tema tabú: la fragilidad humana. A través de un hombre que se vendía como el hombre más fuerte de España, se habla de la fragilidad universal. La obra hace un viaje que funciona y provoca empatía”.
La fragilidad del personaje supera cualquier cliché de boxeador sonado del que su entorno se aprovecha. Un mérito que remató la asombrosa interpretación de Roberto Álamo. "Desde el primer día pasó algo con él y con Urtain. Vio en el personaje algo muy íntimo, de identificación de carácter y del dolor, a un nivel casi que asustaba”.
La esclavitud de las pasiones
El camino de Urtain en la obra, desde el suicido y la derrota hasta el éxito y la ambición, se opone al trayecto de España, desde la democracia hacia el franquismo. Los hitos de nuestra historia contemporánea señalizan las transiciones de las escenas, mientras se suceden las canciones de Raphael y éxitos de los 70.
"Él se suicida unos días antes de los JJ.OO. de Barcelona 92. Es irónico", observa Cavestany. "Pero esa España que culmina en los JJ.OO. deviene en esta extraña democracia. Si Urtain viviera sería un personaje de La noria, estaría en un programa de escarnio público. Es el primer gran famoso de España. Inauguró otro nivel porque era el simpático, el sociable. El tipo con carisma del que a la vez se reía la gente porque era el paleto noble. Urtain estaba muy indefenso ante ello".
El deseo de trascendencia de Urtain convive con su carácter generoso y tradicional. Su mitad activa desea la fama, su mitad pasiva se deja mangonear. "También fue víctima de sí mismo. El deseo te hace moverte pero también te condena y te hace prisionero”, añade el autor. “El sexo también es una fuerza muy importante en Urtain y en la naturaleza humana, que es de lo que habla la obra".
José Manuel Ibar Azpiazu 'Urtain', ‘El tigre de Cestona’, un tipo que se pregunta en escena por qué todo lo que hace tiene que ser siempre tan sucio, que necesitaba agradar y se fue alcoholizando y hundiendo en un agujero, es el trágico y luminoso protagonista del Estudio 1 del siglo XXI.