Siempre he pensado que cuando “todos” se ponen de acuerdo es por que mienten o intentan engañarme. Así está sucediendo con los fastos dedicados a la llamad caída del muro de Berlín o de la vergüenza. Unas celebraciones a las que los diferentes líderes de las supuestas democracias no han puesto reparo en lujo, boato y despilfarro. Para pasárselo de vacaciones pagadas por los contribuyentes no tienen problemas de crisis, para estas fiestas no hay problemas de tirar la casa por la ventana. Quizás ya puestos a hablar podríamos pensar en que estos millones gastados hubieran estado mejor invertidos en paliar la catástrofe de El Salvador, pero al fin y al cabo son pobres en su mayoría a los que ha afectado tal desdicha. Ellos se lo habrán buscado.
Pero tirando de demagogos es harto curioso que allí haya representantes de países que no tienen empacho en levantar otros muros. Qué hablar del muro que separa EE.UU. y México, ese muro para evitar que los parias entren en su tierra, por que es su tierra a la que quieren acceder, habría que recordar que los yanquis robaron el 55% del territorio mejicano, que casualidad donde hay inmensos yacimientos de petróleo. Y por que no hablar del muro que Israel ha levantado para evitar el contacto con los palestinos que lo único que quieren es tener su tierra usurpada por el estado asesino hebreo. O el muro de Melilla, o ese otro muro que tiene desterrados a los saharauis con la complicidad del Estado español y el alahuita.
Basta ya de falsedades históricas adaptando a su interés el mensaje de la libertad como la finalidad de estos países que se autodenominan democracias. Habría que echar mano de la memoria como estos traicionaron al pueblo español después de acabada la 2ª Guerra Mundial.