lunes, 22 de noviembre de 2010

GRACIAS POR DEJARNOS RESPIRAR


GRACIAS POR DEJARNOS RESPIRAR

Estas líneas están dirigidas a ese grupo de personas que se autodenominan “clase política” y que nos tratan como súbditos, que solo piensan en que debes votar cada cita electoral y después callar, a no ser que digas lo conveniente para sus intereses y entres en ese grupito de domados, de vasallos homologados. Las declaraciones de miembros del gobierno respecto a la infamia del Sahara, la cara dura de los integrantes de la oposición pepera, cuya ética y estatura moral e este y otros temas está a metros bajo tierra, hacen pensar en que si merecemos lo que tenemos y si ha llegado el momento de que la sociedad civil haga valer su voz.
Estoy leyendo el último libro del premio Nobel Gabriel García Márquez titulado “Yo no vengo a decir un discurso”. En uno de ellos, en un encuentro de intelectuales, entra en el debate sobre el desafío de la mezcla entre arte y ciencia, entre artistas y científicos. Y este aspecto nos dice que “la idea de que la ciencia sólo concierne a los científicos es tan anticientífica como es tan antipoético pretender que la poesía sólo concierne a los poetas”. Lo mismo podríamos decir sobre los políticos, es antipolítico es decir que hablar de política solo concierne a los políticos pero, además, es una idea reaccionaria y digna del concepto franquista enquistado en nuestra clase dirigente.
La ministra de ¿cultura? reprocha a los actores que critiquen sin ser <> en el tema de la represión marroquí en el Sahara. Ella se remite a las palabras de la Menestra de Exteriores, y digo menestra sin ser falta gramática, dado que en la figura de la Sra. Jiménez se guisan gran cantidad de aderezos de distintas procedencias. Doña Trinidad habla en nombre del gobierno pero también (o por ello) es la portavoz de los intereses económicos de las empresas españolas (y no solo españolas) en la zona, de los lobbys y de las grandes corporaciones del mundo mundial. La defensa de los derechos del pueblo saharui, le defensa de los derechos humanos, la lucha por la autodeterminación de un pueblo que fue vendido por España al reino alahuita (una dictadura de la que no es posible así referirse en este país ya que los hermanamientos de sangre con nuestro jefe del estado lo prohíbe) quedan, no ya en un segundo plano, si no que no deben ser alentados.
Por ello sería deseable analizar algo tan desconocido como la llamada “comisión trilateral”. En 1973 nace oficialmente la Comisión Trilateral. Se trataba de una asociación privada en la que su ideólogo más destacado es Zbigniew Brzezinski (una de las más influyentes personalidades de EE.UU. y que fue consejero nacional de seguridad con Carter) que la definió como “el conjunto de potencias financieras e intelectuales mayor que el mundo haya conocido nunca”. Esta comisión (de ahí su nombre) se articula atendiendo zonas geográficas del mundo, América del Norte (EE.UU. y Canadá), Europa y Japón. Se considera a este grupo como los pioneros en el llamado pensamiento único y la llamada globalización. Se habla que este grupo podría considerarse como “un gobierno mundial”. Rockefeller lo definió así “de lo que se trata es de sustituir la autodeterminación nacional que se ha practicado durante siglos en el pasado por la soberanía de una elite de técnicos y de financieros mundiales”.
Entre sus miembros está lo más florido del poder económico y otos personajes que colaboran para que este instrumento al servicio de este funcione. Entre los componentes (es complicado encontrar datos) están, o han estado, los directores de Repsol-YPF, Nemesio Fernández Cuesta, el bogado Antonio Garrigues Walter, la banquera Ana Patricia Botín, Alfonso Cortina (memoria histórica sobre este personaje), Abel Matutes, etc. Pero si nos atenemos a miembros “menores” nos encontramos con la citada Trinidad Jiménez, Pedro Solbes o el reciente Nobel de literatura Vargas Llosa.
Solo hay que detenerse un momento, pensar, analizar, hilvanar y pensar que si estas personas se reúnen, en estas asisten representantes de las grandes multinacionales, y toman decisiones para el mejor beneficio de ellas puede uno darse cuenta por donde van los tiros (y nunca mejor dicho).
La pregunta es clara ¿a quienes defienden los miembros de nuestro gobierno con un miembro de la trilateral entre ellos y ellas?, ¿a quienes quieren engañar los miembros del partido popular cuyo presidente fue miembro del gobierno franquista que obsequió al reino marroquí el territorio saharaui?, ¿a quien defiende nuestra jefatura del estado en este asunto cuando tiene a su “hermano” como máximo, y único, dueño de ese país?.
Vergüenza es lo menos que debemos sentir ante tal cúmulo de desfachatez, de mentiras, de justificaciones ante lo injustificable.
Por ello los que se sienten súbditos del reino español solo pueden decir a sus gobernantes “gracias por dejarnos respirar”.