Hace más de tres años publicaba (donde quiseron publicarlo,claro está) este artículo que hoy parece que recobra actualidad ante anta falsedad, ante tanto fariseísmo de esta sociedad.
*La hipocresía y manipulación en esta sociedad llega a extremos inimaginables. Contemplo la imagen de un ídolo caído, una atleta que maravilló hace no mucho tiempo en las pistas de atletismo llora desconsoladamente, su rostro está surcado por las lágrimas mientras se declara culpable de haberse dopado durante años, de que las medallas y marcas que logró eran motivadas por la ayuda de estimulantes prohibidos por los organismos deportivos, que tanta belleza, tanta gracilidad en su zancada, eran favorecidas por sustancias que aumentaban su potencia y velocidad. Ahora ha confesado y la opinión pública pide su cabeza, en su país, donde dan continua lecciones de decencia, se han quedado asombrados que su heroína les haya mentido durante tanto tiempo. No solo debe pedir perdón, devolver las medallas, si no que es probable que de con su esbelta figura en la cárcel. Marion Jones, que así se llama la deportista, se ha caído con todo el equipo y hay que dar un escarmiento. Cuanta falsedad.
Hace algunas décadas todos los deportistas de los países del llamado este europeo, del otro lado del "telón de acero", estaban bajo la sospecha de que tomaban anabolizantes, estimulantes y cualquier producto que les hacía imbatibles en las competiciones en las que participaban. Pero la culpa de que esto sucediera nunca era de los deportistas, más bien los culpables de tan detestables practicas era el sistema, un sistema diabólico donde los individuos eran manejados como marionetas en beneficio de los regimenes políticos de esas naciones. Así te lo hacían saber en todos los medios de comunicación, por activa o por pasiva. Pero claro, en esta sociedad capitalista, tan justa y democrática, eso es imposible que ocurra. Aquí todo sucede por motu propio de los deportistas y su entorno, en definitiva, por la ambición de unos cuantos. En estos países de nuestro entorno la culpa no es de las multinacionales farmacéuticas, de bebidas refrescantes, de material deportivo, etc. que invierten millones en esos ídolos y que esperan sacar jugosos beneficios de las hazañas de los nuevos dioses deportivos. Cuando no sirven o ponen en peligro esos pingues beneficios, se les tira como los pañuelos de papel usado. En definitiva distintas varas de medir.
Talavera 10 de octubre de 2007
Emilio Sales Almazán